La oralidad en los juicios laborales y su aplicación apresurada: Ignacio Manjarrez

26.06.2013 12:02

BOLETÍN COPARMEX CHIHUAHUA.-

"Vemos con entusiasmo los cambios, el desempolve de opacidad y la certeza jurídica prevista, pero no por ello cerramos los ojos ante una realidad indiscutible que incluye una mayor inversión en capacitación, equipo, horas productivas, etc., que tendrá que hacerse."

 

En Chihuahua la oralidad en los juicios se ha convertido en parte del sistema. La Junta Local de Conciliación y Arbitraje en la ciudad de Chihuahua fue la cuarta sala en adoptar este método luego de su aplicación en Parral, Nuevo Casas Grandes y Ciudad Juárez.

 

De acuerdo a los datos ventilados en un juicio normal la sentencia de los laudos condenatorios se asignaba hasta 400 días después la demanda, situación que generaba pérdidas significativas tanto para el empresario como para el trabajador, por lo que en Coparmex aplaudimos el interés de innovar y generar un cambio en aras de mejorar por parte de las autoridades, empero, dejamos en la mesa una revisión profunda de la propuesta para analizar el curso que llevará en la práctica.

 

Los conflictos laborales siempre han sido una carga para el desarrollo económico y competitivo, de manera que el cambio en los esquemas de justicia dará oportunidad de construir un mejor panorama para el sector productivo. Chihuahua se ha nombrado como una entidad líder y punta de lanza en esta materia, por ello no queremos implementaciones improvisadas y juicios inefectivos, especialmente en Chihuahua y Ciudad Juárez en los que se concentra la mayor incidencia de conflictos y demandas.

 

La apresurada decisión de los juicios orales en estas localidades enfrenta un reto mayor pues la infraestructura y el personal son insuficientes. Qué bien que el primer paso se ha dado, que los trámites se simplifiquen y que las pérdidas aminoren, sin embargo, es necesario hacer una evaluación de la operación en las salas inauguradas anteriormente, como en Parral y Nuevo Casas Grandes,  para una mejor actuación en las ciudades más críticas.

 

Sin duda el sistema oral permitirá transparentar el proceso y evitar por ello la corrupción hasta el momento incomprobable, pero también somos conscientes de que los mecanismos tradicionales no migran ni se adaptan de manera inmediata por lo que la paciencia, el compromiso y el profesionalismo de los operadores serán piezas fundamentales para dar con buenos resultados; de no contar con los elementos primordiales, la oralidad en los juicios quedará en el mero nombre.

 

Vemos con entusiasmo los cambios, el desempolve de opacidad y la certeza jurídica prevista, pero no por ello cerramos los ojos ante una realidad indiscutible que incluye una mayor inversión en capacitación, equipo, horas productivas, etc., que tendrá que hacerse.

 

Es decir, actualmente el personal que trabaja en las juntas de conciliación y arbitraje carece de capacitación lo que les impide un buen desempeño en los tribunales; además de que en la práctica se ha conocido que los juicios que debieran tener una duración de 10 minutos han tardado más de lo habitual por esta manera abrupta de implementación, reafirmando la falta de preparación en las juntas locales para la adopción de este nuevo sistema de justicia. 

 

Otro de los retos es que el esquema de oralidad en los juicios laborales no aparece en la reforma laboral. La figura es ajena a los cambios realizados recientemente en la Ley Federal del Trabajo, lo que hará complicada su aplicación e incluso suscitar un repunte de casos de amparo.

 

En la valoración de las ventajas y desventajas debe captarse un punto de equilibrio que impulse un resultado favorecedor para el trabajador y el empresario. Esperamos que el sistema se convierta un facilitador en materia jurídica y laboral, y no en una piedra de tropiezo para los involucrados; confiamos en la armonía que poco a poco se adoptará conforme avance la práctica oral en los juicios laborales.